VOX se adentra en el fascismo para seguir marcando la agenda política de la derecha
VOX ha presentado su ideario más radical de cara a su acción política para lo que resta del año 2021 y lo que será el año 2022.
El partido de extrema derecha VOX impulsa como propuesta un contexto de conflictividad que dista mucho de los actuales procesos de concertación política promovidos por el gobierno de coalición conformado por el PSOE y UP.
Todo ello ante la ausencia de una agenda pública sistematizada que pueda movilizar voluntades por medio de la razón en vez de la emocionalidad y el rencor. Mediante la tesis “amigo – enemigo”, el conservadurismo español plantea polemizar los diferentes escenarios donde se desenvuelve la izquierda rupturista.
En este sentido, VOX ha presentado su ideario más radical de cara a su acción política para lo que resta del año 2021 y lo que será el año 2022. Entre los temas que conforman la agenda crispante de la derecha española figura el rechazo discursivo a las comunidades autónomas.
El primero de estos mensajes lo vemos claramente en el escenario tras Santiago Abascal: 52 banderas por 52 provincias españolas, pero ni rastro de las comunidades autónomas. Es decir: provincias sí, comunidades no y las competencias, de vuelta al Estado central.
Por otra parte, el conservadurismo español en el marco de su agenda política de confrontación promueve también en su discurso el desprecio a la Unión Europea. Si por abajo VOX quiere borrar a las comunidades, por arriba el partido de extrema derecha desprecia a la Unión Europea. Abascal llegó a hablar de “talibanes europeos” en su discurso.
En este sentido, Abascal, junto al primer ministro húngaro, Viktor Orbán; la presidenta de Rassemblement National, Marine Le Pen; y el líder de la Liga, Matteo Salvini, han suscrito una declaración conjunta sobre el Futuro de Europa en la que rechazan el proceso de federalización que, a juicio de los conservadores, busca imponer en la Unión Europa.
Se trata de un discurso conservador que resulta ambiguo y contradictorio, entendiendo que desde hace décadas la Unión Europea ha entregado la soberanía de sus países miembros tras la instauración de una moneda única, así como de medidas neoliberales, cosa que no parece molestar a la derecha.
VOX habla de ética y ciudadanía cuando se deshumaniza al inmigrante y se trasgrede la autodeterminación de cada persona de definir libremente su propia orientación sexual, derecho que por cierto, está en pleno debate por iniciativas como la de Orbán en Hungría, donde se ha promulgado ya una ley que limita la difusión de contenido LGTBI entre menores de edad.
Asimismo, los ataques políticos conservadores van dirigidos también contra la Agenda 2030. Para la ultraderecha, la Agenda 2030, en palabras de Abascal, “se trata de promover la inmigración masiva, se trata de promover la ideología de género, se trata de promover una nueva religión que es la religión climática“.
En países como Francia, Holanda o Austria los partidos derechistas han alcanzado un considerable apoyo electoral. Por otra parte, en España la ultraderecha, durante gran parte del periodo de vigencia del Régimen del 78, apenas ha dispuesto de espacio político y su discurso ha tenido un impacto muy débil entre el electorado.
No cabe duda que el contexto cultural, es un aspecto clave para explicar el surgimiento de los partidos populistas de extrema derecha. Por una parte, la aceptación del marco ideológico de una aparente “nueva derecha” camuflada en propuestas de organizaciones verdes, puede propiciar un crecimiento de estos grupos políticos.
Por otra parte, un contexto de conflictividad o un pasado muy relacionado con periodos autoritarios o fascistas dificulta extremadamente su implantación, como sería el caso de Alemania o España.
El incipiente auge de los partidos populistas de derecha radical puede ser considerado una suerte de anomalía social que transmite a muchos ciudadanos una sensación creciente de inseguridad ante el presente y el futuro.
Asimismo, los procesos de globalización han condicionado profundos cambios en las estructuras de los mercados y en las relaciones laborales de las empresas con la clase obrera. De igual forma, el contexto pandémico, la introducción de nuevas variables económica y sociales, hacen más difícil el crecimiento económico, así como una calidad de vida óptima.
Tal situación genera un estado de incertidumbre constante en la población, incitando a las manifestaciones más instintivas y básicas del colectivo social, tales como el miedo, el odio, la venganza, las cuales son aprovechados por la línea discursiva de la derecha.
En este sentido, los partidos populistas y radicales de derecha han sido especialmente hábiles para captar franjas electorales a partir de la recuperación de los valores tradicionales y del valor simbólico del nacionalismo cultural heredado del franquismo.
La derecha en España vive un período de readecuación en un escenario en permanente transformación desde los últimos 5 años. En las elecciones del 20 de diciembre de 2015, Ciudadanos consigue por vez primera representación parlamentaria al obtener un 14% de los votos, en su mayoría de españoles que se situaban a sí mismos como centristas.
La formación dirigida por Albert Rivera se planta con 40 diputados en el Congreso de los Diputados. En la convocatoria del 28 de abril de 2019, Vox, entra en el parlamento nacional con 24 diputados y más del 10% de los votos. Se ubica nítidamente en el ala extrema de la derecha del Partido Popular.
Mientras, en estos años siguen subsistiendo algunas fuerzas conservadoras nacionalistas en diferentes comunidades que tienen una insipiente presencia a nivel nacional. A día de hoy, el panorama no ha hecho más que desestabilizarse tras cada una de las diferentes convocatorias electorales que ha vivido España.
Inestabilidad es quizá el término que mejor puede definir lo que ha vivido la derecha en el último lustro. A corto y medio plazo, todo parece indicar que la tendencia no va a variar. En lo electoral, todo señala que su intención es la de jugar con una estrategia de comunicación política que se asiente en dos pilares.
En lo formal, VOX procura mantener una posición de firmeza y contundencia frente a la debilidad e inseguridad mostrada por sus rivales en la derecha. En el fondo, se observa un claro movimiento hacia reclamos electorales que buscan ampliar transversalmente su base de votantes.
En realidad, no es ninguna innovación. Es el mismo proceso seguido por otros grupos nacional-populistas que han conseguido asentarse en el mundo occidental, desde Francia hasta Estados Unidos pasando por Brasil.
La peculiar coyuntura actual, con un PP descompuesto, con serias dificultades en su horizonte, y un Ciudadanos pendiente de resolver su permanente crisis de identidad, deja a VOX ante la disyuntiva de mantener el modelo que le ha permitido crecer hasta ahora o plantearse intentar crecer hasta ocupar los huecos que PP y Ciudadanos pueden liberar
En España el método desintegración y crispación social se contextualiza más en el ámbito político que en el social. En este sentido, la ultraderecha ejerce la continuidad de una praxis política que la ha caracterizado en el tiempo por los discursos hostiles que denotan un intento de normalización del odio. El bajo impacto de la dinámica política derechista en España, la ha obligado a generar alianzas estratégicas con otros grupos conservadores dentro del bloque europeo.