Mélenchon demuestra que el antiimperialismo no resta votos
El líder de Francia Insumisa, con posición firme, revive las esperanzas de una Europa que sufrió la traición de Tsipras en Grecia.
Mélenchon, su Francia Insumisa y la Unión Popular, han logrado romper con el eterno temor electoral a perder votos por sostener una posición abiertamente antiimperialista.
Rápidamente recuperado de la derrota a las presidenciales, este fuerte representante de la izquierda europea ha reconfigurado su horizonte político y ha vuelto a levantar la mirada hacia la segunda posición del poder establecido francés.
Esta vez, con un tercer lugar en el bolsillo que le ha permitido pulsar fuerzas y valorar su espacio vital en la política francesa.
Líder antiimperialista
Su discurso movilizador y organizativo descansa en la posibilidad de ser para sí y los otros uno de los pocos líderes de la izquierda europea, que asume una posición contraria a la arquitectura que el capitalismo y el imperialismo han construido para cercar los progresismos en el viejo continente.
Su oposición vertical a permanecer en la OTAN y su visión profundamente euroescéptica, así lo demuestran.
Estas cuestiones, le han permitido tejer un discurso programático propio hacia dentro y fuera de las fronteras francesas.
En sus palabras “Nosotros no perdemos de vista que el principal responsable del mal, del desorden y de la guerra civil es el imperialismo estadounidense”.
Muy a pesar del giro hacia la derecha neoliberal que ha experimentado Europa, consecuencia de los gobiernos y crisis económicas de largo aliento, Mélenchon y su coalición dirigida a la construcción de una cohabitación potente y flexible, apuestan al empleo de los objetivos históricos perseguidos por la izquierda y entibiados por un progresismo moderado anhelante del voto popular.
La lección de alta política que está dando Jean-Luc Mélenchon, un hombre de mil batallas en lo político y con una mirada plural y global de la realidad actual, es muy clara. Hay que dejar a un lado los complejos que ha ido acumulando la izquierda a consecuencia de sus errores y falencias en todos los órdenes.
Traiciones como la griega, aún gravitantes en el imaginario transformador, no pueden ni deben servir de excusa o desaliento. Han de ser la luz que indique por donde no volver a pasar jamás.
El candidato
El candidato de la Unión Popular francesa, está llegando en el momento justo en el que pareciera que el barco del progresismo ha perdido el viento a favor. Este es un excelente momento para centrar la acción y retomar el impulso.
La posición casi hegemónica de Mélenchon en la izquierda francesa, consecuencia de los bajísimos números obtenidos por el resto de las agrupaciones revolucionarias, pudiera dar frutos que le permitan sortear este escenario francés caracterizado por tres grandes líneas, a saber: la neoliberal de Macron, la extrema derecha populista de Marine le Pen y la suya.
Este ejemplo que está dando Mélenchon, dirigido a su universo natural de votantes pero también a los descontentos, basado principalmente en un discurso de ruptura anti sistema. Está dando unos réditos que bien podrían servir para mirar desde allí y construir una estrategia en el resto de las izquierdas europeas; incluida la propuesta de Yolanda Díaz.
Se hace impostergable retomar el camino ya señalado y compartido históricamente por la izquierda. Para algunos, la posición de Mélenchon pudiera coquetear si se quiere con el neo reformismo. Sin embargo, en un escenario de guerra soterrada y con una derecha feroz y voraz, es un acto revolucionario en sí mismo, ser honesto y decir basta a los requerimientos del imperio.