Chile y el rechazo, el problema de la izquierda
El 61,8% de los chilenos rechazó a la nueva Constitución. A este fenómeno se le dan varias explicaciones, entre otras, que la izquierda no ha sabido ofrecer certezas con respecto a los avances de este nuevo pacto social en Chile.
El rechazo a la nueva Constitución de Chile es un hecho. El 61,8% de los chilenos rechazó la propuesta elaborada por la Asamblea Constituyente.
Una Chile plurinacional, dibujada en este proyecto de Constitución, fue negada por una mayoría que, en principio, quiso la transformación del modelo de sociedad legado por la dictadura de Augusto Pinochet. Aquel negaba la extraordinaria diversidad del país.
Las protestas de 2019, demostraban que a Chile le urgía un cambio radical.
Dos años después, llegaba al poder un gobierno de izquierda que incluyó factores del Partido Comunista, como Camila Vallejo, a independientes como Izkia Siches, y a la nieta de Salvador Allende, Maya Fernández Allende, primera ministra de Defensa de Chile.
Pero no han bastado las declaraciones de buenas intenciones. Tampoco el trabajo altamente comprometido de una Asamblea Constituyente que incluyó la mayor cantidad de voces, y que, finalmente, produjo un texto adaptado a las exigencias de justicia social que manifestaron los chilenos.
El problema de la izquierda
El deseo de no espantar a los sectores más conservadores, parece haber primado en la agenda tanto del gobierno de Boric, como de quienes defienden el Apruebo.
La derecha y los medios de comunicación, cuyo papel dentro de la opinión pública ha sido crucial, lograron asustar a la mayoría chilena. Esta quería cambios que les alejaran del pinochetismo, pero temen la instalación de esquemas totalitarios asociados culturalmente al comunismo.
Boric no ayuda
En lo que parece ser un mensaje confuso, Boric ha referido a la posibilidad de cambiar cosas de la Constitución, una vez esta sea aprobada. A ello alude un contundente texto del Centro Estratégico de Geopolítica (CELAG).
“Tampoco ayuda el gobierno del presidente Boric, anunciando que en cuanto se apruebe el texto, se reformará para mejorar algunas de estas disfunciones esencialmente retóricas. La Constitución se aprueba como un texto con vocación de permanencia, y en el que cabe cómodamente cualquier idea política”, destaca CELAG.
Todo se junta
Se trata de varios factores que se juntan en una combinación que lleva a decisiones aparentemente absurdas.
El terremoto social, que casi acaba con el gobierno de derecha de Sebastián Piñera, originó un acuerdo nacional que debía quedar plasmado en la Constitución.
Un debate sobre la propiedad, ha llevado a extender la interpretación de un artículo de forma que es calificada de “comunista”, en su acepción más errónea y negativa.
Entonces, la mayoría chilena decidiría sobre la base de una manipulación jurídica, y varias mentiras mediáticas podrían volverse sobre su primera voluntad.
Un texto plural
El extenso proyecto de país dibujado, en los 388 artículos del borrador de Constitución de Chile, básicamente se adecua a la realidad no solo de ese país, sino del mundo, donde las demandas emergentes de algunos sectores de la sociedad, tienen tanta relevancia que hasta el mismo mercado capitalista ha sabido sacar provecho de ellos.
“Chile es un Estado Social democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, así lo declara el borrador. Hasta aquí, la Constitución chilena no luce temible, y no debería ser rechazada.
Sin embargo, la población tendrá la última palabra este próximo 4 de septiembre.