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Anocheció en mitad del día en Ecuador

Reflexión política que apela a los sentimientos de la mayoría social de Ecuador, tras haber votado por la continuidad de la Revolución Ciudadana, y haber visto regresar el neoliberalismo. A tan solo 4 días de las elecciones presidenciales.

COVID -19. Tremenda enfermedad producida por un virus feísimo tanto como su nombre SARSCOV-2. Viviendo en uno de los países que peor manejó la pandemia, en el que la gente moría en las calles y los cadáveres eran incinerados ahí mismo, -o sepultados sin identificar en fosas comunes porque no existió autoridad civil que pudiese afrontar el tema a no ser para los grandes negociados de las medicinas y las bolsas para cadáveres-, no podía ser menos, y me llegó el turno, me contagié.

Sin vacunas, sin medidas adecuadas, sin gobierno, confinado en casa y atendiéndome como pueda, solo espero que no sea este el último artículo que escriba –también espero ver de nuevo el sol-.

Pero no es de mí de lo que quiero hablar, sino del día que llegó de la mano de un joven economista, luego de la larga y triste noche neoliberal, allá por el año 2007. Finalmente al Ecuador retornaba la alegría, la autoestima, la dignidad, el trabajo, la salud, vivienda digna, educación de calidad, y todo como derechos ciudadanos, no como hasta antes de este amanecer como dádivas o migajas que caían de la mesa de los ricos.

La explotación y precarización laboral fue otro enemigo vencido. En fin, aquello era un país postrado por el “feriado bancario”, sometido a la infame e inmoral deuda con el FMI, cuyas “recetas” empobrecieron la nula economía de garaje y paraísos fiscales que solo beneficiaba a las élites.

Mientras tanto el pueblo era forzado a migrar, a subemplearse, a delinquir, a autodestruirse, resurgía de sus cenizas y luego de un gran sacudón retoma la vía de la grandeza y del reconocimiento.

En el cenit de este maravilloso día, los agentes de la restauración neoliberal de la mano de un traidor lograron lo impensable, anocheció en pleno día, volvió la explotación, el desempleo, la desinstitucionalización del estado, la infame entrega de lo público en manos privadas, la persecución, la inseguridad, la judicialización de la política y la politización de la justicia.

Hoy, después de la debacle política, económica y social, nos ataca la pandemia que vino a rematar un país ya en soletas, y sobre sus despojos revolotean los buitres que quieren alzarse con la carroña, aprovechando que han cogobernado con el traidor.

Y no solamente eso sino que lo han sostenido y le han “empujado la silla” banqueros, periodiqueros y empresaurios que auparon al traidor ahora se encargan de apoyar al decadente candidato de la política del siglo pasado, sin carisma, sin ideas, sin soluciones, con un único bagaje: priorizar el capital sobre el ser humano, sacar dinero del país hacia paraísos fiscales, estigmatizar lo público y aprovechar los negocios estatales sin invertir, precarizar la relación laboral y privatizar cuanto pueda, “ el que quiera servicios que pague por ellos”.

Esta ha sido “la noche de los miserables” pero hoy como ayer, a punto de amanecer el 11A surge otro joven economista, con una personalidad arrolladora, que ya enarbola sobre sí la luminosidad del sol, trayendo consigo la esperanza de reinaugurar el día que truncó la traición.

El país entero se arremolina en torno a la joven figura, añorando los días en que Ecuador no era solo un país, sino una verdadera Patria, con servicios de calidad para todas y todos, ahora estamos a un tris del despertar del “jaguar de américa del sur”.

Andrés Arauz ha asumido el reto y el pueblo del Ecuador le ha tomado la palabra, volverá el día a alumbrar el futuro de los ecuatorianos, y veremos entonces “cómo será la Patria sin los traidores”.