Presupuestos Generales del Estado: una posible base para la unidad de la izquierda
Yolanda Díaz trabaja en la unidad de la izquierda, varios partidos importantes están dialogando con ella por los PGE, una situación que la ministra de trabajo podría aprovechar.
La actual vicepresidenta tercera del Gobierno de Coalición de España, y ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ya ha comenzado a trabajar en la unidad programática que servirá como base electoral, y ha dejado claro que quiere que sea con actores que han abandonado Unidas Podemos, y también con los que nunca han estado.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) determinan la política del poder ejecutivo, porque en ellos se decide el gasto de los ministerios, lo que permite una menor o mayor capacidad de acción, dependiendo de la cantidad recibida.
La izquierda tiene una mayor valoración del aspecto social, por lo que se inclina a gastar más fondos en mejorar las condiciones de la mayoría: aumento de los salarios mínimos, Ley de Dependencia, apuesta por aumentar la sanidad y educación públicas, por la igualdad de géneros.
Cuestiones en las que Unidas Podemos coincide con BNG, EH Bildu y ERC, que en las pasadas negociaciones ya apoyaron al gobierno de coalición con su voto positivo o abstención.
Un acuerdo que acercó las posiciones entre esas fuerzas políticas. Las cuatro tienen diferentes concepciones de izquierda, sobre todo en lo referente a la organización territorial, por las aspiraciones plurinacionales, nacionales e independentistas de cada una.
República
Sin embargo todas coinciden en su aspiración de ruptura con el Régimen del 78, porque sin el fin de la aún vigente Transición impulsada por el franquismo, ninguna podrá conseguir sus objetivos políticos.
La República, además de suscitar un acuerdo tácito entre las fuerzas progresistas españolas, supone la única propuesta que también cuenta con un amplísimo apoyo social y tiene la capacidad de romper el actual sistema, articulado en torno a la monarquía.
Más allá de que la misma acceda al derecho de autodeterminación para después configurarse en un Estado nuevo que no cometa el error de centralizarlo todo en Madrid, y se encuentre acomodo entre todos los pueblos que conforman el actual Estado español, supone un punto de partida para la única unidad de la izquierda que tendría capacidad de no tener que depender del PSOE en un futuro gobierno de izquierdas.
La Ley d’Hont castiga duramente a las fuerzas que consiguen menos apoyo electoral, la ausencia de competencia entre las principales organizaciones de izquierda multiplicaría el voto en su favor, más aún con el efecto movilizador de una unidad bien consolidada y con una propuesta ilusionante.
El precedente de AGE
El ejemplo a seguir es AGE. La Alternativa Galega de Esquerdas con la que Yolanda Díaz demostró no solo que era capaz de unir a la izquierda que había ido abandonando IU, sino que también podía unir a fuerzas rupturistas alejadas por cuestiones de identidad territorial.
Sus resultados espectaculares fueron la demostración de que la fórmula fue acertada, así como también la idea de unión entre fuerzas ideológicamente afines pero tradicionalmente enfrentadas.
El proceso de unidad se dio tomando en cuenta a las bases, que iniciaron un diálogo conjunto entre ellas, conociéndose y constatando lo mucho que tenían en común. Ese encuentro entre diferentes tradiciones y formas de actuación política fue la semilla de un programa político apegado a la realidad social de la mayoría, y de una lista de primarias abiertas con dirigentes respetados por las bases de los integrantes.
La ilusión de la militancia se contagió a la base social, consiguiendo en unos meses pasar del 1% del apoyo electoral al 15%, un aumento que sirvió para superar al BNG, sorprendiendo a todo el país.
La tarea que le corresponde hoy a Yolanda Díaz, líder de Unidas Podemos, es replicar AGE a nivel estatal, teniendo en cuenta los cambios acontecidos en el escenario. Las rondas de diálogo hechas, y las que hará con estas tres fuerzas de izquierda pueden ser una base para estrechar las relaciones y dar pie al inicio de un proceso de unidad.
Recomponer relaciones
Por otro lado, Yolanda Díaz debe profundizar las relaciones con los principales sindicatos, UGT, CCOO y CGT, además de consolidar las relaciones con los Comunes catalanes liderados por Ada Colau, con la que tiene muy buena sintonía.
En Valencia, la líder de Compromís, Mónica Oltra desea la unidad con el proyecto de la ministra de trabajo, pero algunos de sus integrantes, más moderados, prefieren mantener la independencia del partido.
Una situación similar pasa con el proyecto de Íñigo Errejón, quién ya ha rechazado la posible unidad con Yolanda Díaz, aspirando a ser él quién ocupe el espacio de la izquierda alternativa al PSOE. Para ello cuenta con la ayuda de los medios de comunicación más importantes de España, que realizan varias noticias al día con los tweets del ex de Podemos.
Además, Errejón quiere convertirse en el homólogo español de Los Verdes Alemanes, aprovechando la nueva expansión del capitalismo verde. Sin embargo, con el fortalecimiento de sus relaciones con los Comunes, Yolanda Díaz se ha adelantado ya que los de Ada Colau forman parte del Partido Verde Europeo.
Sin embargo, Mónica García, de Más Madrid, sí ha mostrado su deseo de participar en la unidad en la que Díaz está trabajando, siendo ahora mismo el peso más mediático e importante de la marca “Más” de Errejón, al conseguir dar el sorpasso al PSOE en las últimas elecciones autonómicas de Madrid.
Andalucía es el otro territorio en el que Yolanda Díaz tiene un trabajo duro por delante. Anticapitalistas, anteriormente en Podemos, salieron de la unidad andaluza llamada Adelante Andalucía, y de la peor de las maneras: disputas internas salieron a la luz pública.
Los de Teresa Rodríguez no parecen dispuestos a participar en el proceso que la dirigente del PCE lleva adelante para articular una fuerza electoral que pueda vencer al Régimen del 78 en las urnas.
Sin embargo, esto dependerá de si la gallega es capaz de ir cerrando los frentes abiertos e integrar en su proyecto a la suficiente cantidad de fuerzas políticas, sindicatos, movimientos y personalidades como para hacer insostenible que otras fuerzas políticas más pequeñas participen en solitario.