Los y las trabajadoras frente a la pospandemia
Esta nueva crisis nos está llevando a un panorama de nuevos recortes de derechos laborales, en medio de la masiva destrucción de empleo causada por el coronavirus.
El impacto de la pandemia ha supuesto un parón de la economía, pero también ha revelado las deficiencias que sufren los servicios públicos, fruto de los recortes de hace casi una década.
Los escenarios pospandemia no son nada halagüeños, y lo reconocen los mismos sindicatos. Por eso han criticado la falta de inversión y los salarios bajos, y llaman a proteger a los trabajadores frente a la crisis económica.
Por un lado, es posible que la tan ansiada recuperación llegue a los balances de las empresas, pero que no se traduzca en beneficios salariales, con lo que el poder adquisitivo seguirá quedando gravemente diezmado (que ya lo está), dejando un escenario más injusto e inaceptable.
Otro escenario es el que se ha producido tras la crisis de 2008: se crea empleo, pero es uno de los más precarizados de la Unión Europea, algo que afecta gravemente a las condiciones de vida y de trabajo de las personas. Pero también afecta al modelo de protección social, especialmente a las pensiones públicas.
No hay recuperación y salida de la crisis cuando el hecho de estar trabajando no garantiza los ingresos mínimos para poder vivir dignamente. No hay salida si crecen la desigualdad y la pobreza; hablamos de “pobreza energética”, pero eso sólo enmascara el fenómeno de una mayor extensión de la pobreza.
No hay salida si no se combate, de verdad, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. No hay salida si la crisis la pagan, nuevamente, las personas asalariadas, pensionistas o desempleadas, y sólo se benefician las rentas de capital y las empresas.
Ahora toca hacer que los fondos de reconstrucción, transformación y resiliencia europeos se conviertan en el necesario impulso para un cambio del modelo productivo y social, que promueva la calidad del empleo y permitan superar la incertidumbre y la precariedad, sin que eso comporte recortes de derechos sociales, laborales, etc.
En la actualidad, el bajo nivel de afiliación de las personas trabajadoras a los sindicatos supone un serio problema para intentar fortalecer un movimiento obrero que está siendo golpeado, constantemente, por las crisis económicas y el paro masivo.
Tras la pandemia deberemos resolver el dilema entre “socialismo o barbarie”, para conseguir una sociedad más justa, en la que la clase trabajadora no quede fuera de los centros de decisión, en la que se proteja la salud de las personas. Es necesario un plan coyuntural que garantice los puestos de trabajo (de calidad) y evite que se rompa la cohesión social.
Es por todo esto que, sea como sea el 1º de mayo de este año, las trabajadoras y trabajadores debemos seguir denunciando las políticas antisociales y exigir otra política económica y fiscal, para conseguir una salida más justa de la crisis. Es cierto que, especialmente gracias a Unidas Podemos, la debacle no ha sido aún peor. Pero no es suficiente.
Si alguna lección podemos extraer de la pandemia es que debemos adelantarnos a las próximas crisis. No podemos cometer los mismos errores del pasado, porque son muchos los que se están quedando atrás. Hay que buscar nuevas herramientas de protección social, porque la salida de la crisis no puede significar la pobreza. No pueden pagar la crisis los de siempre.