El motivo por el que los votantes del PP prefieren pactar con VOX
El proceso de blanqueamiento del fascismo ha permitido que la sociedad lo normalice, la base es el franquismo sociológico que comparten PP y VOX.
La principal diferencia entre el PP y VOX es la distinta manera de llevar su herencia franquista. El PP la esconde, más o menos, públicamente. VOX se enorgullece de ella.
El Partido Popular (PP) tiene sus raíces en el franquismo. No es un secreto. Fraga, entre otros criminales franquistas, fundaron Alianza Popular (AP) en 1976. Durante el congreso fundacional resonaron con fuerza uno de los gritos característicos del fascismo español “¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!“.
A causa de ser identificado como “franquista“, fue cosechando pobres resultados electorales, por lo que en 1989 se refundó en el Partido Popular, y eligió a un joven y desconocido José María Aznar como presidente, buscando una limpieza de imagen.
En esa limpieza de imagen se incluyó la eliminación del apoyo al franquismo públicamente, con las excepciones institucionales en las que los cargos públicos del PP han apoyado con su voto que los honores al dictador sigan vigentes, y han impedido investigaciones sobre él y sobre sus protegidos, como la familia Borbón que hoy ostenta la Jefatura del Estado de manera vitalicia, una decisión del golpista.
La Transición marcó un discurso dominante de criminalización de la dictadura de Franco, lo que impedía a sus herederos declararse públicamente como afectos al régimen fascista si querían convertirse en una fuerza de gobierno.
Sin embargo, ese discurso no fue acompañado por hechos que supusieran una ruptura tanto política, social y cultural con el franquismo, por lo que a la vez de esa criminalización se permitió la configuración del franquismo sociológico en España. El hilo fundamental que ha permitido el auge del fascismo en los últimos años.
Desde finales de los años 70 hasta la primera década del presente siglo, se expresaba mediante argumentos tales como “la dictadura de Franco no se puede apoyar pero también hizo cosas buenas“; “no apoyo a Franco pero nos dio la seguridad social“; “franco fue malo, pero peor hubiera sido el comunismo que evitó“.
Un discurso empleado por el PP que blanquea al dictador mediante medias verdades y revisionismo histórico, ya que la Seguridad Social es anterior a la dictadura franquista, y el gobierno al que Franco dio un golpe de estado, ni era comunista ni empeoró las condiciones de vida de la mayoría social, según datos estadísticos de la época, por poner un par de ejemplos.
El franquismo sociológico, -impulsado por medios de comunicación afines a los populares, ha creado las condiciones para el auge del fascismo y su aceptación por gran parte de la sociedad-, ha existido porque durante La Transición, se permitió su supervivencia social.
Quienes se enriquecieron mediante el robo y el expolio de las propiedades de los vencidos, quienes medraron por ser ideológicamente afines al régimen, mantuvieron sus posiciones sin tener que rendir cuentas. Según los estudios sociológicos del Instituto Nacional de Estadística (INE) durante décadas, sectores sociales que votan al PP como un bloque, ahora dividido por VOX.
Los elementos represores mantuvieron sus puestos, tanto quienes impartían la justicia franquista como los que se encargaban de aplicarla, sin tener que afrontar procesos judiciales por los delitos cometidos.
Los políticos fascistas que incluso firmaron ejecuciones por motivos políticos, y sostuvieron el sistema de represión social, junto con políticas capitalistas que mantenían a la población en una pobreza relativa, pudieron seguir siéndolo tras la muerte del dictador, la mayoría de ellos en el PP, y más recientemente en VOX.
Por tanto, quienes ejercían el poder durante la dictadura franquista, también lo hicieron durante el periodo democrático. Hoy les sustituyen sus hijos. Basta con ver los apellidos de la mayoría de dirigentes del PP y de VOX para establecer una relación directa.
Con el paso del tiempo, la capacidad de La Transición de sostener el discurso de criminalización del franquismo se ha reducido, mientras que sus hechos en favor de sostener la estructura social del franquismo se han mantenido.
Esto ha dado fuerza a sus herederos, que han aprovechado la base del franquismo sociológico para retirar el “pero” de sus argumentaciones a la hora de defender la dictadura.
Los medios de comunicación, en gran parte en manos de señalados franquistas, o de sus descendientes, -precisamente por no existir esa ruptura necesaria con la dictadura durante La Transición-, han ido generando un relato en favor del franquismo.
Este relato ha consistido en, por un lado, justificar a la derecha siempre que actúe en contra de la izquierda; y por el otro enmarcar esos hechos -corrupción, violencia- dentro de la democracia -por ejemplo, es “jarabe democrático” que Pablo Iglesias reciba una carta con 4 balas y una amenaza de muerte contra él y su familia.
Esto permite hoy a una gran parte de la sociedad pensar y actuar como unos fascistas, sin considerar que lo sean, por el blanqueamiento efectuado por medios de comunicación conservadores.
Incluso existe por parte de ellos una identificación del fascismo con el comunismo, gracias al trabajo de los mismo medios de comunicación en esa idea-fuerza que tiene una doble intención, alejar al fascismo actual del antiguo, para que no se establezcan vínculos con él; e identificar a la izquierda como el punto en el que los extremos totalitarios se tocan, para que sea más fácil deshumanizarla si la mayoría social considera que su propuesta es ética y moralmente perversa.
La propia Isabel Díaz Ayuso comentó esta misma semana que VOX no es ultraderecha, pese a realizar propaganda exactamente igual que los nazis alemanes mediante su cartel contra los Menores Extranjeros No Acompañados.
La justificación mediática llevada a cabo por parte de los medios de comunicación en los momentos en los que la izquierda sufre violencia, ya sea física, emocional o psicológica, ha permitido la deshumanización de sus líderes y militantes.
Se convierten en enemigos del país, no comparten las mismas ideas, por lo que deben ser eliminados -lo representó Rocío Monasterio en el debate de la SER-, permitiendo que las amenazas y los ataques contra ellos sean algo entendible -e incluso deseable-, y no un motivo de repulsa social.
VOX se fundó en 2013 con cargos, dirigentes y militantes del PP descontentos por el viraje moderado, en el discurso, del expresidente Mariano Rajoy, lo que implica que los sectores más radicales del franquismo pervivieron en las filas de los populares desde los años 70.
Su discurso de crispación mediante el odio al diferente -lo que no entre en el canon del “buen español” asentado por el franquismo-, es lo que siempre ha aplicado el PP pero hasta ahora no había podido expresar por sus vínculos con La Transición.
Blanquear a VOX para normalizar su fascismo, le permite al PP no solo dominar el campo conservador español alejando la posibilidad de que Santiago Abascal ocupe ese espacio, sino también dejar atrás sus complejos democráticos y hacer valer su herencia franquista.
Ante el desplazamiento que el escenario político español ha sufrido hacia la derecha por el discurso de odio de VOX, el PP ha reaccionado asumiéndolo en vez de apostar por mantenerse en los límites democráticos para asegurar la convivencia social.
Los votantes del PP, casi en un 80%, ven deseable pactar con VOX porque ser heredero del franquismo es algo aceptado en la democracia española, por lo que no está justificado realizar un cordón sanitario contra ellos.
Se les ha convencido de que las medidas propuestas por VOX y apoyadas por el PP en las instituciones no son fascistas, y por lo tanto tampoco peligrosas para la convivencia, sino que garantizan la protección de la democracia.
Los medios de comunicación de la derecha ha puesto un altavoz en el discurso del PP, que ha dividido a la sociedad entre los buenos y los malos.
Los “buenos” son lo que se oponen al gobierno que ellos califican como “socialcomunista“, en el “necesario esfuerzo para impedir que España se convierta en Venezuela“. Por lo que en ese eje, el fascismo de VOX, -entre otros elementos sociales como los nazis-, pasa a ser del bando de los “buenos“.
Un peligroso viaje hacia la oscuridad que ha comenzado a imponer unos valores antidemocráticos que profundizan la crispación social, condición fundamental para la práctica de una violencia que ya ha comenzado.