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Restauración neoliberal en Ecuador, el país del “¡ya qué chucha!”

En unas semanas, Guillermo Lasso, el presidente electo de Ecuador tomará posesión de su cargo, profundizando desde ese momento el neoliberalismo aplicado por Lenín Moreno.

Desde el año 2017 la derecha neoliberal del Ecuador, cuando la banca compró al traidor Moreno, quien afirmó “ahora ya les estoy queriendo a ustedes, que sé que no votaron por mí (los banqueros), y más bien he empezado a odiar a los que votaron por mí” se empezó la cocción lenta de lo que sería el año 2021.

Es decir, comenzó la fragua de la “damnatio memoriae” contra Rafael Correa y la Revolución Ciudadana. Se destituyó al Vicepresidente Glas y lo entregó para que fuera juzgado y condenado.

Inaugurando así el Lawfare más feroz e infame que se haya dado en América Latina, descontando los sufridos por Lula en Brasil, Cristina en Argentina y el criminal bloqueo a Venezuela con incautación de varios miles de millones de dólares del Estado venezolano. Ni qué decir del golpe de Estado contra Evo, auspiciado por la OEA de Almagro y la embajada imperial.

Macri, Bolsonaro, Áñez y Guaidó, títeres del imperio, serviles hasta el tuétano, solo han contribuido a la debacle económica de sus países, y consiguientemente a la desaparición de la clase media y de los servicios públicos de calidad en salud, vivienda, educación y trabajo.

Cosa igual a lo que hizo Moreno en Ecuador, enviando leyes a una vendida Asamblea Nacional, que a cambio de dádivas y cuotas de poder en la administración pública de hospitales, aduanas y empresas públicas, aprobaban leyes en desmedro de los ciudadanos y a favor de la banca, la empresa y la prensa.

Así se aprobaron leyes como la derogatoria de la Ley de Comunicación en beneficio de la prensa, la de extinción del pago de impuestos sobre las herencias, la de pago para salida de capitales hacia paraísos fiscales.

Sin olvidar la denominada “Ley Humanitaria” que solo sirvió para despedir a más de 800.000 ecuatorianos de sus trabajos, sin que les paguen la correspondiente indemnización, y precarizar la relación laboral de quienes aceptaron (con tal de mantener su plaza de trabajo) el aumento de jornadas y disminución salarial.

Continuó el traidor, borrando los logotipos de la marca Ecuador que había auspiciado la Revolución Ciudadana, e instaurando la proscripción del movimiento político ideado por el presidente Correa.

Dando vía libre, a través de invenciones, mentiras, perjurios e infamias, cuya receta preparó Lady Diana, la fiscal 10/20, hasta lograr condenar al presidente Correa para evitar que pudiera participar en la lid electoral. Y no solo eso, cuanto movimiento político intentó apoyar la candidatura de la Revolución Ciudadana, fue eliminado del registro electoral.

Hoy, el resultado quedó a la vista. Quién nunca pudo ganar una elección lo consiguió en su tercer intento. No le quedó otra alternativa que pagar para ganar, comprado el tribunal electoral. Compró además a Yaku Pérez (el falso indígena) quien cedió el segundo lugar para terciar en la segunda vuelta electoral.

Ahora el nuevo inquilino del “Palacio de Carondelet” cuyos residentes, con honrosas y escasas excepciones, ha sido más que nada refugio de ineptos, de serviles, de oportunistas, gángsters y dictadores.

Entre ellos y solamente de la última etapa de la república tenemos a León Febres-Cordero, Fabián Alarcón, Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacio, todos nefastos personajes que contribuyeron a la destrucción del Estado y la desolación de la Patria, gobernando únicamente para la élites y siguiendo los dictámenes de la embajada imperial y las recetas del FMI.

¡Qué esperar de Lasso! Un bachiller cuyo único mérito es haber recibido o arrebatado un banco de manos de su cuñado, en circunstancias imprecisas y muy poco conocidas, que piensa que el Estado se puede manejar como una empresa privada, o como uno de sus bancos.

Lo primero que va a hacer -según sus propias afirmaciones-, es privatizar las empresas públicas. Entre ellas las de generación hidroeléctrica, los bancos del Estado, el del Pacífico (que siempre quiso comprar para sí), que seguramente lo comprará a través de una empresa inversora de las Islas Caimán o de otro paraíso fiscal.

No solamente eso, sino que también irá contra la Seguridad Social, privatizando la atención de salud y la administración de fondos de pensiones de los jubilados, para que los ciudadanos tengan el derecho a escoger entre el proveedor privado y el estatal. Gran mentira porque lo que quieren es alzarse con el santo y la limosna.

Ya saben, la vieja receta neoliberal: el estado es mal administrador, las empresas públicas no sirven, los sistemas de salud están colapsados, las refinerías de petróleo y todo el sistema petrolero es un nido de corrupción e ineficiencia.

Sin embargo con esa afirmación de que nada está sano financieramente, y ninguna de las empresas e instituciones “sirven para nada”, no entendemos los ecuatorianos cómo entonces son tan deseadas por la empresa privada para, sin invertir un solo centavo, pasar a recoger utilidades. En empresas quebradas y obras a punto de desmoronarse o instalaciones que están por explotar.

Ese es el gobierno que nos espera, el de la salida de capitales a los paraísos fiscales, el de la evasión de impuestos, de la explotación laboral. En resumen lo mismo que durante la campaña proponía el bachiller banquero ahora presidente electo, el país del “¡Ya que chucha!”.