Los motivos del avance de la extrema derecha en Madrid
La extrema derecha ha variado el significado de ciertos valores democráticos, como "libertad", para desgastar al gobierno central.
Cualquier observador mínimamente imparcial se puede dar cuenta de que las elecciones en la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) han supuesto un duro revés para las familias y las personas trabajadoras, pero también de la sociedad democrática española en su conjunto. Desde ahora, el gobierno de Madrid va a estar condicionado, más aún si cabe, por sus posturas contra determinados derechos fundamentales.
La ciudadanía de la CAM fue en masa a votar, a pesar de ser una jornada laborable: se llegó a la cifra récord del 76%, un dato histórico que demuestra la tremenda polarización vivida en la campaña.
La campaña ha sido una de las más broncas de la democracia española. Se ha centrado más en los insultos y el ruido mediático que en las propuestas auténticamente relevantes de los partidos. Además, la gestión de la crisis sanitaria y económica ha provocado una confrontación constante entre el gobierno de Díaz Ayuso y el gobierno central.
La gestión de Díaz Ayuso ha venido marcada por una larga lista de críticas, especialmente por su gestión de la pandemia. De eso también es una muestra que, en solo 6 meses, dimitiesen once altos cargos de su gobierno, en desacuerdo con sus medidas.
Entre ellos algunos cargos esenciales para la gestión de la pandemia. Sin embargo, su política neoliberal, que mantuvo abiertos ciertos sectores económicos, la entrada de turistas y la reivindicación de “el derecho a la caña”, han permitido su triunfo. Pero, realmente, ¿es esa la “forma de vivir a la madrileña”?
Su política de oposición constante al gobierno central le ha atraído a sectores de votantes cansados de las restricciones impuestas para tratar de frenar la pandemia.
El triunfo de la derecha extrema y de la extrema derecha
El triunfo de la derecha extrema y de la extrema derecha supone una grave amenaza para la sociedad democrática, los derechos sociales y laborales, y la convivencia social, sobre todo desde que el PP ha ganado asumiendo gran parte del discurso de VOX.
PP y VOX han conseguido unos resultados que aseguran la reedición del nefasto gobierno que ha imperado en Madrid y que se ha basado en la corrupción, los recortes, las privatizaciones y, por supuesto, la penosa gestión de la pandemia, durante más de un año, que ha llevado a que Madrid sea la región europea con unos peores datos sanitarios.
Los madrileños han optado por la estabilidad política, y no por la crispación. Isabel Díaz Ayuso.
Con sus demagógicas propuestas de “libertad” y “cañas y tapas”, Díaz Ayuso ha pasado por encima de todos sus opositores, provocando una derrota sin paliativos de la izquierda. Eso ha llevado a que el PP haya sido el partido más votado en casi todos los municipios de la CAM: 176 de los 179 municipios de la región.
Una de las claves de la victoria de Díaz Ayuso es que ha recibido el apoyo de muchas personas que antes se habían decantado por otras opciones del centro-derecha (especialmente Ciudadanos) y de miles de desencantados con la tibia política de oposición de Gabilondo y el PSOE. Es lo que Díaz Ayuso calificó de “voto prestado”.
Los resultados electorales del PP han supuesto un espaldarazo a su gestión de la pandemia. Y ha sido el trasvase de votos entre los partidos de la derecha, especialmente a costa de Ciudadanos y del PSOE, explica gran parte del ascenso del PP.
Durante la campaña, Díaz Ayuso ha hecho constantes guiños a la extrema derecha de VOX, con objetivos claros que ahora comparten, basados únicamente en la demagogia.
El modelo de libertad se entiende, funciona y los ciudadanos lo respaldan. José M. Aznar.
El fascismo, en este caso, ha llegado “disfrazado” con la bandera de la libertad.
¿El final de Ciudadanos?
Los consecutivos reveses de Ciudadanos, primero en Catalunya (pasando de 36 a 6 diputados), y en la CAM (de 26 a 0 diputados, con un 3% de los votos), no ha llevado a la dirección del partido a hacer autocrítica. Por el contrario, ha asegurado que es hora de “relanzar el centro político en España”.
En Madrid ha pasado de co-presidir el gobierno autonómico a su casi completa extinción, de forma que se han transformado en un partido sin relevancia.
Los resultados de la izquierda
La izquierda ha vuelto a fracasar en la CAM, y seguirán sus años en la oposición. El PSOE se ha hundido, quedándose con 24 diputados y el 17% de los votos, su mínimo histórico. Su candidato, Gabilondo, ha sido incapaz de atraer al votante desencantado de Ciudadanos, que se han ido en masa al PP o a la abstención.
Durante un año de pandemia, Gabilondo ha protagonizado una oposición que ha variado entre lo inútil y lo inoperante, dejando claro que no ha sido un dirigente adecuado para enfrentarse al PP madrileño o, en caso de haber ganado, para liderar la recuperación económica de la CAM.
Unidas Podemos ha conseguido, gracias también al apoyo de Pablo Iglesias, tres escaños más, tras su renuncia a la vicepresidencia del gobierno de coalición. Este incremento se ha producido en un contexto político y social extremadamente difícil, debido al constante acoso contra su candidatura y candidatos.
Cuando uno deja de ser útil tiene que saber retirarse. Pablo Iglesias.
Por su parte, Más Madrid ha logrado dar el sorpasso al PSOE y se ha hecho con el liderazgo de la oposición en Madrid. Con el 17% de los votos, Mónica García se ha situado como segunda fuerza política, por detrás del PP y por delante de los socialistas.
Las necesarias reflexiones
Es tiempo para la reflexión y el trabajo colectivo, para conseguir salir de la pandemia, la crisis económica que se avecina y la ofensiva reaccionaria que vive el país.
Para revertir la grave situación política que se ha dado en Madrid, y que amenaza con extenderse por toda España y Europa, es imprescindible la movilización de un proyecto alternativo, que sea capaz de generar una mayor confianza entre la clase trabajadora, sobre todo en estos momentos de crisis e incertidumbre. Las fuerzas de izquierda deben recuperarse y reconstruir las condiciones que permitan reconquistar los avances políticos y sociales que se están perdiendo.
Es necesario un trabajo en positivo de todas las fuerzas progresistas (políticas, sociales y sindicales), para una reflexión profunda de transformación de un espacio político que sea una herramienta más útil para la ciudadanía. A pesar de los malos resultados, debe seguir existiendo un espacio de izquierda en torno al que se pueda desarrollar un nuevo proyecto socioeconómico.
No basta únicamente con la lucha por afianzar a la izquierda en las instituciones. También es necesario integrarse en el conjunto de la sociedad, y en el día a día de la clase trabajadora, en sus múltiples espacios de socialización que, en muchos aspectos, han sido impermeables a esa cultura de izquierda.
La mayoría de los votantes de izquierda apuestan por partidos que consideran como el “voto útil”, para obtener los mejores resultados. Por eso, es más necesario que nunca la organización y la unidad del campo progresista.
Además, la fragmentación de la izquierda ha dificultado, aún más, la movilización de la clase trabajadora, siendo incapaz de motivar a su electorado. Eso, junto a las propuestas de la derecha extrema y de la extrema derecha, han conseguido calar en esos mismos sectores.
El problema es que la amenaza de la extrema derecha se ha convertido en una realidad. El discurso de VOX y de los sectores más extremistas del PP se ha normalizado y ha calado gracias, en gran medida, al papel torticero de los medios de comunicación, en la sociedad española.
Su argumentario se nutre de la provocación y el conflicto constante, su planteamiento neofascista, etc. VOX ha generado un clima de crispación que ha permitido que su discurso aparezca y se haga viral en programas de máxima audiencia, lo que contribuye a la normalización del fascismo.
Durante la campaña, VOX usó un cartel inspirado en la propaganda nazi para señalar y criminalizar a los menores migrantes no acompañados. Ese discurso de odio, cargado de mentiras y resentimiento, ha radicalizado el ambiente político.