Perú: la derecha rompe la democracia para acabar con Pedro Castillo
El choque de trenes se mantiene. La derecha peruana forja el sendero de la vacancia para Pedro Castillo.
Desde su elección, Pedro Castillo ha representado un desplazamiento de la élite política que gobernó Perú los últimos 200 años. El presidente maestro e indígena ha venido desafiando varios aspectos del quehacer político y ha encontrado mucha resistencia.
El primer reto fue el voto de confianza del Congreso, que impidió antes de su concreción la designación de canciller Héctor Béjar, que bajo señalamientos de extremismo e irrespeto a las Fuerzas Armadas fue destituido de su cargo.
Los cuestionamientos siguen en diversas formas y niveles, desde el historial de otros ministros como Iber Maraví, pasando por las ofensas en redes sociales hacia el primer mandatario, así como las acusaciones y procesos penales que siguen contra el Primer Ministro Guido Bellido, y el principal dirigente de Perú Libre, Vladimir Cerrón.
El último periplo del mandatario peruano que lo llevó a la VI Cumbre de la CELAC en México, y a la reunión del Consejo Permanente de la OEA, resultó en nuevas objeciones.
Las relaciones de Perú con Venezuela forman parte de la agenda concebida por quienes se oponen a Castillo, obviando principios básicos del Derecho Internacional Público.
La matriz de la incapacidad
Una narrativa latente es la de la incapacidad de Perú Libre y en general de la izquierda de ejercer gobierno.
Basada en varios aspectos relacionados con la obvia inexperiencia de un sector político que no pudo gobernar durante siglos, y alimentada también por discordancias visibles desde lo interno del gobierno, la incapacidad es una idea que la derecha se propone instalar de manera definitiva en la agenda pública.
La información publicada por los medios sobre el gobierno de Castillo fue en su primer mes en 80% negativa. Al presunto error en la selección del tren ejecutivo, se le suma actualmente la sobre exposición de las divergencias que suelen ocurrir en cualquier gobierno en construcción.
La matriz de la fractura en el gabinete de Bellido ha sido aprovechada por las fuerzas internas en el Congreso que le adversan.
A propósito de ello, María del Carmen Alva, Presidenta del Congreso afirmo que “así como en el Congreso tenemos que trabajar unidos, el Poder Ejecutivo tiene que hacer lo mismo, así que entre ellos tienen que dialogar, los trapitos sucios se lavan en casa“.
Esto no es casual, la prensa a coro se hace eco de una situación todo con la intención de consolidar la percepción de que Castillo, Bellido, y el resto del gobierno no están capacitados para asumir las riendas del Perú.
Las aclaratorias de Castillo en la OEA
Castillo procuró desde el inicio de su gobierno despejar cualquier duda sobre su vocación democrática. Sobre todo, tal y como es concebida en los márgenes de la democracia representativa que el neoliberalismo impone como una forma de administrar el poder, sobre todo en Latinoamérica.
Tanto en su programa de gobierno presentado previo a su elección, como el plan de gobierno expuesto por Guido Bellido al Congreso, las arbitrariedades están, a priori, descartadas.
No hay lugar a expropiaciones, ni atentado alguno contra la propiedad privada. De hecho, la formula estrictamente keynesiana acogida por el equipo de gobierno no alienta ninguna posibilidad de considerar al gobierno peruano como extremista de izquierda, mucho menos comunista.
“No somos comunistas, nosotros no hemos venido a expropiar a nadie, nosotros no hemos venido a ahuyentar las inversiones.” aseguró Castillo en su alocución ante el Consejo Permanente de la OEA.
El terror en los sectores empresariales ha provocado, entre otras cosas, fluctuaciones en la Bolsa de Valores de Perú, alza en los precios del dólar, y varias manifestaciones de inestabilidad que retroalimentan la desconfianza de los inversionistas.
“Los llamo a invertir en el Perú, sin desconfianzas, sin dudas, y sin temores” recalca el primer mandatario peruano.
Un derrumbe de la economía peruana sería también parte del expediente motivador de la vacancia, y antes de ello, también de cualquier intento por aumentar la inversión social, asunto que es una bandera del gobierno de Perú Libre.
La encrucijada
Un aparte interesante es sin duda la oportunidad que representa para el Perú un momento que es todavía de definiciones.
El choque de visiones está en pleno desarrollo, mientras el país observa expectante si efectivamente Perú Libre podrá concretar sus primeros avances en materia social y económica.
El plan de vacunación ha avanzado satisfactoriamente, pero el desarrollo de las políticas educativas urgen en la medida en que se pueden ir revisando y modificando las medidas de restricción a propósito de la pandemia del COVID-19
Quienes representan al neoliberalismo sostienen una agenda que promueve toda clase de disenso buscando que el gobierno deseche algunas alternativas al neoliberalismo o en su defecto presionar la salida de Pedro Castillo por la vía constitucional de la vacancia.
La postura frente a Venezuela
La reunión de Pedro Castillo con Nicolás Maduro, a propósito de la crisis migratoria, generó otra controversia interna, aprovechada por al agenda mediática de la derecha.
En efecto, no se trata solamente del reconocimiento o no al mandatario venezolano. El núcleo de los cuestionamientos es si la política exterior será o no seguidista de los EEUU y en marco geopolítico donde se circunscribirá Perú.
Guido Bellido ha sido enfático en sostener la postura que asomara Héctor Béjar en su breve gestión como Canciller, instando a la obediencia por parte del nuevo Canciller y su equipo de trabajo.
“Desmiento afirmación del vicecanciller de no reconocer autoridad legítima en Venezuela, no es la postura de gobierno. Nuestro presidente tuvo una reunión con el presidente Nicolás Maduro. Si al Canciller o al adjunto no le gusta tienen las puertas abiertas”. Enfatizó el jefe del Gabinete de Pedro Castillo.
La derecha peruana pretende anteponer el seguimiento de una política exterior subordinada a los EEUU a la solución de conflictos sociales y económicos bilaterales que ya exceden la disertación sobre posturas ideológicas.
El choque de trenes se mantiene. Mientras la derecha forja el sendero de la vacancia, la izquierda peruana va construyendo una visión conjunta con todas las contradicciones que ello implica.