Elecciones en Nicaragua: la batalla por la cifra de participación
Los medios de comunicación de masas difunden una participación en torno al 15% frente al 65% que sostiene el Poder Electoral de Nicaragua.
Legitimidad. De eso va la cosa en cualquier proceso electoral. Las democracias representativas basan su anticuado funcionamiento en los procesos electorales periódicos, sin asumir nuevas herramientas que aumentarían su calidad como el referéndum revocatorio, la rendición de cuentas públicas, la participación de la mayoría social en la redacción de las leyes, y la organización popular en lugar de las Juntas de Distrito.
Como esos procesos electorales, en total desigualdad de oportunidades -el presupuesto del PSOE no es el mismo que el de Unidas Podemos; los medios de comunicación aliados de Isabel Díaz Ayuso no son los mismos que los de Yolanda Díaz-, son el pilar único del sistema para validarse una y otra vez ante la población, los poderes fácticos reducen otras democracias que no les permiten acceso a sus recursos como en este caso la nicaragüense, a un mero proceso electoral.
Con ello solo necesitan presentar mediáticamente un dato de baja participación para quitar a ese proceso toda la credibilidad, terminando con la legitimidad democrática del ganador antes incluso de que asuma el nuevo gobierno. Así está siendo con la victoria del presidente Daniel Ortega.
Antes han configurado un escenario en el que le otorgaban la victoria al sandinista, pero una victoria fruto de una farsa: dijeron que siete precandidatos habían sido detenidos. Justo los siete que iban a superar a Ortega en el proceso. Lo que no desvelaron es que la encuesta que lo decía era Gallup, con sede en EEUU, con un historial de fallos estrepitosos cuando se trata de candidatos de izquierda, ya que la empresa se dedica a la propaganda. Lo que tampoco expresaron es que los siete detenidos lo fueron por participar en el intento de violento golpe de estado de 2018.
También publicaron que los datos de participación serían manipulados, sin tener pruebas y habiendo dado por buenos los de los procesos electorales anteriores organizados por las mismas autoridades (dos elecciones generales en 2011 y 2016, y cuatro elecciones municipales en 2008, 2009, 2012 y 2017).
Pero claro, también dicen que la Comunidad Internacional las rechaza cuando en realidad son Estados Unidos y sus socios geopolíticos. La mayor organización de naciones tras la ONU, el Movimiento de Países No Alineados -con 135 países miembros-, reconoce a las autoridades nicaragüenses.
La clave está en confiar en los datos del gobierno de Nicaragua. Cosa difícil tras todo lo que has leído en los medios de comunicación, que han logrado crear un vínculo sentimental complicado de romper: te han mostrado que el pueblo de Nicaragua sufre con Daniel Ortega, y tú les agradeces esa información creyendo todo lo que digan sobre ello sin cuestionarte nada.
Sin embargo hay tres cuestiones fundamentales que conocer. Los medios de comunicación de masas pertenecen a grandes empresas con negocios por hacer en Nicaragua que Daniel Ortega no permite.
En primer lugar está la construcción del Canal de Nicaragua le quitaría poder a EEUU, que no podría mantener sus sanciones a Cuba y a Venezuela ni decidir sobre el comercio internacional en América Latina. Por otro lado están los recursos naturales de Nicaragua, que son de titularidad pública, sin permitir su privatización. Por último la diplomacia nicaragüense es independiente y no sigue las directrices de ninguna otra potencia extranjera, oponiéndose a tener bases militares norteamericanas en su territorio.
De ahí que hayan desatado una campaña mediática de alta intensidad contra Ortega y el FSLN, creando incluso una realidad en la que existe represión. Para ello usaron dos opciones, actores como en la Marcha de las Flores, y el establecimiento del terrorismo callejero de los tranques haciéndolo pasar como manifestaciones pacíficas.
Tras la creación de ese escenario es muy sencillo decir que la participación en las elecciones está en torno al 16%. Te lo vas a creer sin saber de dónde salen esas cifras. Aún así veámoslo, vienen de la organización Urnas Abiertas. La misma no tiene organigrama conocido y ha nacido solo para observar este proceso electoral según ha dado a conocer el periodista Sergio Sánchez.
Su cuenta de Twitter es de abril de este mismo año, y está decorada con lemas y hashtags de la oposición, por lo que no cuenta con la neutralidad necesaria de un árbitro electoral que pretenda aportar un dato fidedigno de un proceso electoral tan importante como el que elige a los poderes legislativo y ejecutivo de un estado. Dice haber desplegado miles de observadores, pero en sus redes sociales no aparece ninguno de ellos en los colegios electorales mostrando la ausencia de votantes.
Solo aparece una persona, Pedro Salvador Fonseca, antiguo colaborador de la OEA, la misma institución que apoyó el golpe de estado contra Evo Morales pese a que meses después reconoció que no hubo fraude, y dio por buenas las elecciones organizadas por los mismos que no aceptaron los resultados de las anteriores, de los golpistas que para llegar al poder desataron una represión que acabó con la vida de cientos de personas que salieron a defender su voto.
Urnas Abiertas está apoyada por IDEA, una organización con sede en Whasington DC y cuyo Secretario General Kevin Casas-Zamora que fue ex-secretario de Asuntos Políticos también de la OEA. Por último está Daniel Zovatto, director general de la IDEA para América Latina y el Caribe, también colaborador de CNN y El País, medios que han protagonizado la campaña contra el FSLN.
Varios accionistas de El País tienen negocios en varios países de América Latina como Honduras gracias a procesos de privatización como el del agua que el actual presidente de Nicaragua impide, y con grandes intereses en que el Canal de Panamá siga siendo el único que conecte el Atlántico como el Pacífico.
Urnas Abiertas es una organización creada ad hoc para asentar la matriz de opinión del fraude electoral en Nicaragua. Por lo tanto la cifra que ha dado no está sujeta a una investigación imparcial con voluntad de servir como dato para fortalecer la democracia en ese país suramericano. No es creíble.
El otro dato que queda es el del Poder Electoral de Nicaragua, el 65% de participación. Un dato que han asumido tanto Daniel Ortega como sus opositores, que no han denunciado fraude alguno. Urnas Abiertas, pese a tener desplegados a miles de observadores según sus propias palabras, no han aportado ninguna prueba del supuesto fraude. Los acompañantes internacionales han catalogado el proceso como “transparente“.
Comparando el proceso con los anteriores, la participación baja en tres puntos y Daniel Ortega obtiene el mismo resultado -en torno al 70% de los votos-. El llamado a la abstención nunca tuvo como receptora a Nicaragua, sino al exterior para conformar la matriz de opinión de la ilegitimidad en el relato de las sociedades de EEUU y sus aliados ilegítimo, para que no exista oposición a una próxima iniciativa golpista en la nación centroamericana.
En Nicaragua los precandidatos detenidos son rechazados por la ciudadanía, ya que tras el golpe de 2018 la población sufrió de una u otra manera las consecuencias de los tranques: asesinatos, impuestos, desapariciones, la ocupación de las universidades, torturas, incendios de viviendas e instituciones públicas, y la caída del PIB del 15%, pese a que se mantuvo la bajada de la pobreza gracias a un aumento del gasto social y de los impuestos a las grandes fortunas.
De ahí que el llamado al boicot electoral mediante la abstención no calase. Puede que El País estuviera demasiado ocupado montando Urnas Abiertas para mostrarte las colas de votación, un ejemplo haciendo click aquí, otro más aquí.